martes, 24 de julio de 2018

LA FERIA DE SANTA ANA 2018 PONE EL BROCHE DE ORO CON LOS TRES MATADORES POR LA PUERTA GRANDE




23-7-2018.

Tarde de intenso calor y de fuertes emociones la del domingo 22 de julio. La segunda y última corrida del abono de Santa Ana de Roquetas de Mar tuvo momentos del mejor toreo clásico, auténtico, sincero y apasionante. El resultado fue de esos que hacen época, con tres figuras del escalafón saliendo a hombros por la puerta grande de la Plaza de Toros de Roquetas de Mar: Enrique Ponce, El Juli y Miguel Ángel Perera.



Los toros de Alcurrucén dieron mucho juego y ofrecieron a los matadores la posibilidad de crear faenas llenas de inspiración. El calor pareció desaparecer por momentos gracias a la intensidad de lo que estaba ocurriendo en el albero. El púbico volvió a volcarse con esta feria taurina y los tendidos presentaron un lleno casi total, con un ambiente muy proclive para el espectáculo.



Enrique Ponce fue Enrique Ponce en estado puro: magistral, solemne, sabio y artista. Su primera faena a Cornetín le valió una oreja, pero fue con su segundo toro, de nombre Clarinete, un negro girón bragado, cuando encontró la conexión perfecta, una mímesis que caló hondo en los tendidos con pases muy templados y vistosos. Esa faena fue premiada con dos orejas. Ponce se caracteriza por exprimir al máximo las virtudes de sus toros, y el público roquetero fue testigo de otra lección del maestro.


El Juli compuso faenas muy sentidas en las que se mostró poderoso con los astados de su lote. Cortó una oreja a cada uno de sus toros. En el primero, de nombre Barragán, estuvo muy por encima del astado y supo sacarle todo lo que tenía. Con el segundo de su lote, un bonito ejemplar colorao bragao y meano de nombre Afectuoso, tuvo la oportunidad de configurar una faena mucho más sólida, con tandas muy profundas y templadas. Se mostró impreciso con el acero y eso le impidió un triunfo de mayor peso, pero volvió a dejar muy buenas sensaciones.


Miguel Ángel Perera estuvo muy a gusto desde el principio. Su primer toro, un colorado de nombre Dispuesto que resultaría ser el mejor de la corrida, dio mucho juego y transmisión. Pases hondos con el tempo preciso, y el valor añadido de la movilidad del astado, despertaron espontáneos olés y aplausos en los aficionados. Falló con la espada y finalmente cortó una oreja. Una oreja también fue el premio que recibió con el segundo de su lote, Poca Barba. Una faena de menos altura, pero valiente y comprometida, le valió un trofeo que permitió al público roquetero ver una triple puerta grande en una magnífica tarde para los aficionados.




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