FERIA TAURINA | EL DESEMBARCO DE LOS ASTADOS EN LA PLAZA
Desde las 9 (llegan los toros) hasta las 19 (salen al ruedo) hay un sínfín de labores, como pesaje, enchiqueramiento, reconocimiento, sorteo...
Una mañana en los corrales de la Plaza de Toros de Almería
Las horas
9:00. Hora a la que suelen llegar los toros en el gran camión aunque si la ganadería es lejana llegan más tarde. Maniobras oportunas y todo a punto
10:00. Los cabestros los esperan en los corrales, los toros desembarcan de uno en uno y entran por un largo y angosto pasillo en el que se los ha pesado.
11:00. Una vez juntos en chiqueros se procede al reconocimiento visual de su vista, cornamenta, oído, trapío, posibles heridas por peleas...
12:00. La hora del sorteo. Un subalterno acude al patio de cuadrillas, se hacen los lotes, se meten bolitas de papel en un sombrero y sorteo.
En mitad del pasillo, el toro queda atrapado entre dos paneles y se procede a pesarlo. Lo vemos en la foto de las claves, (pág. siguiente) pero con un caballo (también hay que pesarlos y reconocerlos) ya que no puede fotografiarse ese momento de los toros. El simple chasquido de la foto podría enfadarlo, cabecearía y se lastimaría un pitón en esas estrecheces. Al acabar el proceso, el toro sale a un patio interior (foto superior pág. siguiente) desde el que es increpado por personal de la plaza para que acceda al corral donde le esperan varios cabestros mientras los portones por los que ha pasado se van cerrando. Unos 5 ó 6 minutos dura todo el proceso. Aproximadamente en una hora están todos los toros en el primer corral. Algunos llegan tan nerviosos que embisten a sus hermanos y el mayoral tiene que regarlos con la manguera para tranquilizarlos.
Un largo y angosto pasillo conduce al toro desde el camión hasta los corrales.
Con puntualidad taurina las 12 es la hora del sorteo, todo un ritual en los toros. En presencia del presidente, acude el peón de confianza de cada torero, se hacen tres lotes para que ninguno tenga que ‘bailar con los más feos’, se hacen tres bolitas de papel, se introducen en un sombrero y cada subalterno saca el que será el lote que corresponderá a su maestro. Tras ello, los toros se enchiqueran en corrales individuales, listos para que den las 7 de la tarde, suenen clarines y timbales y comience su último paseíllo.